noviembre 22, 2024

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ENTÉRESE DE LAS ÚLTIMAS NOTICIAS EN BREVE

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El MIR de Miguel, un libro para las nuevas generaciones

Ignacio Vidaurrazaga, autor de este nuevo título, comenta que su trabajo busca situar en la historia y su contexto de lo ocurrido con aquellos jóvenes que en otra época también lucharon por un Chile diferente.
Ignacio Vidaurrázaga (Santiago, 1955), es de ideas que utilizan las palabras en toda su extensión. Los detalles aparecen en cada frase y las referencias son parte de la construcción de sus afirmaciones que están llenas de historia, de la vivida y la contada por otros protagonistas de los últimos 60 años del Chile pre y post dictatorial.
Para él hablar de los jóvenes de su época es como colocar en color una historia construida para muchos en blanco y negro. Las marchas y los enfrentamientos, la disputa del poder y las consignas, los dirigentes del MIR como Bautista von Schouwen, Luciano Cruz y por supuesto Miguel Enríquez.
“Ese es el MIR de Miguel”, dice. Porque el Movimiento de Izquierda Revolucionario, el de colores rojo y negro, tiene un antes y un después de Miguel Enríquez.
Ignacio parte la conversación señalando a otro militante del MIR, su hermano Gastón, quien ese día de la entrevista hubiese estado de cumpleaños. “Habría cumplido 65”, cuenta. “Llegó hasta los 30 y luego se hizo memoria de distinta forma. Y uno de los propósitos de este trabajo es que personas que ya no tenemos cerca, físicamente que están convertidos en memoria, cobran vida. Y un capítulo, el 22, muy esencial de estas crónicas se llama ‘Los secundarios’. Y entre esos secundarios viene contado de manera entrecruzada la historia de Gastón”.
Gastón Vidaurrázaga junto al periodista José Carrasco, el funcionario de la Tesorería General Felipe Rivera, y el publicista Abraham Muskatblit fueron ejecutados como parte de la represalia desatada por la CNI luego del atentado contra el dictador Augusto Pinochet el 7 de septiembre de 1986 en el sector de la cuesta Las Achupallas en el Cajón del Maipo.
Corriendo cercos
Para Ignacio Vidaurrázaga, su última obra que está en proceso de revisión, tiene como finalidad contar una parte de la historia de otros jóvenes que en otra época también “saltaron el torniquete”.
“Todo esto que estamos viviendo, la Convención Constituyente -a la que espero que le vaya muy bien- e incluso antes del plebiscito, todo es gracias a estos muchachos que saltan el torniquete”, comenta.
En ellos piensa Vidaurrázaga cuando analiza en quienes espera que lean su obra que cuenta con 700 páginas y 120 entrevistas a los protagonistas de los primeros años del MIR desde cuando aún Miguel Enríquez militaba en las Juventudes Socialistas.
Pero el escritor subraya que para explicar en toda su dimensión esta historia, es necesario hacer un trabajo detallado para dar el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos de aquella época signada por variados elementos que se van conjugando y configuran el Chile de esos años ’60 del siglo XX.
“Ese es un trabajo referencial muy significativo. Porque para una persona de 30, 40, de 20 años, tiene que necesariamente detenerse en los datos. Cuando te digo Luis Valenzuela, ¿quién es Luis Valenzuela? Fue un dirigente secundario de la FESES del Instituto Nacional. Tenía 19 años el 11 de septiembre. Fue candidato en 1972 a la FESES secundaria, era un activista de la calle muy estudioso, entró a economía en la Universidad de Chile y el año ’74 Luis Valenzuela es un detenido desaparecido”, comenta Vidaurrázaga.

uis Valenzuela, dirigente de la FESES del Instituto Nacional y luego estudiante de Economía de la Universidad de Chile. Permanece desaparecido desde 1974. (Imagen colección de Punto Final)

Para el periodista “a los nombres se asocian historias, pero tienes que referenciar qué está sucediendo, dónde está sucediendo”. Por eso, cada uno de los capítulos tiene una serie de referencias que buscan situar al lector en el momento histórico donde ocurren los hechos que relata.
El Viriatismo
Desde el Liceo Enrique Molina de Concepción, Miguel Enríquez junto a otros estudiantes comienza su vida política. Ya en la Facultad de Medicina de la ciudad penquista, Enríquez se crea una chapa: Viriato. “A partir de ahí se empieza a hablar del Viriatismo. Todavía son militantes de la Juventud Socialista, se van a ir de la JS y van a constituir un grupo que viene del Liceo Enrique Molina y después coinciden en la Universidad de Concepción y en Medicina está Miguel, está Luciano (Cruz), está (Bautista) von Schouwen y hay otros más que están vivos, Condezza, varios otros”, señala Vidaurrázaga.
Es el momento en que la Universidad de Concepción se posiciona a nivel nacional y latinoamericano a través del tema cultural. “Los grandes escritores del boom latinoamericano, el primer lugar donde se reúnen va a ser en Concepción, no en Santiago. El cine latinoamericano llega a Concepción. Raúl Ruiz, el cineasta, hace exposiciones en Concepción. Violeta Parra es apoyada por la Universidad de Concepción, le compran una grabadora, la acogen, etcétera”, agrega. Por eso Concepción era conocida como “La Atenas de América” a fines de los ’50 cuando surge el Viriatismo detrás de Miguel Enríquez.
“Estos jóvenes surgen de sectores medios y acomodados. Miguel Enríquez y Edgardo (su hermano) tienen en la casa toda la información de un profesor de anatomía como don Edgardo Enríquez y paralelamente de sus familiares, una diputada Enríquez y otro diputado Enríquez. La política está en la casa, pero también está en la universidad”, puntualiza el escritor.
Fotografía Armindo Cardoso, entrevista en Chile Hoy con Marta Harnecker

Uno de los hechos más latentes de la historia de Miguel Enríquez fue cuando en noviembre de 1965 llegó a Concepción el hermano del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, el senador Robert Kennedy.
“En un hotel de Concepción él da una conferencia de prensa y llegan allá un grupo de estudiantes y lo emplazan en inglés. Y quiénes son los que van a emplazar al hermano del presidente norteamericano en un hotel de Concepción: Miguel Enríquez y Luciano Cruz. También están otros que son parte de mis entrevistados”, comenta el autor.
Pero Bob Kennedy no se queda callado ante la presencia de los jóvenes. “El hermano del presidente norteamericano les responde, discuten sobre Cuba, discuten sobre Estados Unidos en Vietnam, discuten sobre Estados Unidos y América Latina. Y Bob Kennedy les dice que quiere ir a hablar a la universidad. Miguel y Luciano le dicen que no, que no es recibido porque representa todo esto”, precisa Vidaurrázaga.
Kennedy no toma en cuenta la advertencia de quienes lo emplazan y al día siguiente llega a la Universidad de Concepción que lo abuchea y le lanza consignas a favor de Cuba. “¡Viva Fidel Castro!” gritan los estudiantes. El senador estadounidense sólo atina a atizar el ambiente invitando a los jóvenes a visitar su país para luego salir del lugar.
“Cuando uno dice ‘saltos de torniquetes’, ese es un salto de torniquete temprano”, estima el escritor.
Los expropiadores
Ignacio Vidaurrázaga comenta que quizás el capítulo más complejo de reconstruir fue el de los denominados “Expropiadores” cuando el MIR requería financiamiento para estructurar la organización y sólo la encuentran en los bancos.
“En qué momento esos personajes se transforman en asaltantes de bancos y planifican y en qué momento van a hablar con Pedro Enríquez, un abogado mayor que ellos de Concepción, mirista, que le dicen ‘nosotros queremos hacer estos asaltos, pero no queremos que haya víctimas’. Pedro les dice que está muy de acuerdo, pero que eso significa una planificación muy al detalle porque tienen que sorprender al aparato de vigilancia de los bancos para que sean acciones limpias”, señala.
La prensa de la época dio amplia cobertura a los asaltos protagonizados por el MIR

Toda esta situación se convierte en presa de la prensa de la época que coloca grandes titulares identificando a los “doctores asaltantes de bancos”. “Además, los doctores son el sobrino del candidato del FRAP, Andrés Pascal Allende, son el sobrino del dirigente comunista Américo Zorrilla, el Chico Zorra del Pedagógico, son el yerno del rector de la Universidad de Concepción, Bautista von Schouwen, etcétera”, subraya Vidaurrázaga.
El escritor cuenta otra anécdota: En una ocasión un integrante del comité central del MIR cuestionó que siempre las reuniones fueran conducidas por Miguel Enríquez quien si bien se sorprendió por el emplazamiento, se fue al final de la sala y comenzó a leer El Mercurio. Cuando fue cuestionado por su actitud, Enríquez comentó de memoria los temas y las intervenciones hechas en el encuentro. Su liderazgo estaba demostrado.
Pero Miguel Enríquez no era sólo esa cabeza a la que todos siguen. “Era un seductor empedernido”, precisa Vidaurrázaga quien agrega que también era capaz de saltarse la fila en un encuentro ampliado del MIR y comerse tres completos.
Todas esas facetas están contadas junto a muchas otras más en el libro de Ignacio Vidaurrázaga quien adelantó que la publicación de El MIR de Miguel, crónicas de memoria espera estar en las librerías a fines del mes de septiembre.

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