Este año ha sido extraordinariamente complejo para las familias chilenas, y nos ha enfrentado a todos, en lo legislativo y en lo político, a situaciones, encrucijadas y dilemas sin precedentes en todo orden para sortear la crisis sanitaria, social y económica que nos ha abierto esta pandemia.
Uno de estos temas complejos es cómo ayudar a “parar la olla” o a qué echar mano cuando la plata falta en el hogar porque no hay trabajo, el emprendimiento no puede funcionar o porque derechamente perdimos lo que teníamos.
Que no quede ninguna duda ante toda la ciudadanía: Voté a favor de permitir el retiro temporal y excepcional del tercer 10 por ciento de los fondos individuales de pensiones de los afiliados del sistema. Así lo hice también en las dos ocasiones anteriores. Y lo volveré a hacer una vez que el proyecto regrese del Senado, donde se encuentra actualmente
¿Es este retiro una medida prudente? No. ¿Es una medida racional? Muy poco. ¿Es una medida que causará daño futuro a las jubilaciones de millones de chilenos? Probablemente y sin lugar a duda, sí y mucho.
Pero estos son tiempos extraños, complejos, inéditos. Y pese a que el Estado ha venido haciendo titánicos esfuerzos fiscales para apoyar económicamente a las familias y los emprendimientos, sabemos que no alcanzan a todos ni para todo.
Entonces, este tercer retiro, así lo hemos entendido en el Congreso independiente de la posición política o del juicio técnico, es una medida a todas luces desesperada, pero urgente también, que tendrá un costo personal en la jubilación y en el sistema en general, pero cuyo impacto a futuro cada uno deberá asumir con igual responsabilidad y conciencia.
En lo personal creo en la libertad individual y en el derecho a optar por hacer uso o no de este instrumento excepcional que se abre por tercera vez en menos de un año. Y en tal sentido, como lo dije en un principio, no podía sino aprobar este tercer retiro.
Espero igualmente que éste sea el último retiro del que tengamos que legislar, y también del que tengan que hacer uso nuestros compatriotas.
Y también espero que más allá de la crisis sanitaria, pronto podamos dar igual urgencia a la Reforma a las Pensiones que tanto ha debido esperar, y que a partir de estas lesiones que estamos infringiendo a la capitalización individual, requerirá un fuerte, consensuado y bien estudiado ajuste.
Bernardo Berger Fett
Diputado