Para el sociólogo Alexis Cortés y académico de la Universidad Alberto Hurtado, la crisis económica anunciada por la OCDE y la de 1982 tienen su mayor similitud en el componente social que las atraviesa.
A Carmen Andrade aún le cuesta comparar o pensar en el escenario actual como una repetición de la crisis socioeconómica que marcó Chile en 1982. Ese año, la hoy directora de la Dirección de Igualdad de Género de la Universidad de Chile, se encontraba exiliada en Austria, manteniendo contacto con la realidad nacional solamente a través de las organizaciones sociales y algunos medios internacionales.
Para cuando llegó a Chile, ya en 1984, la situación, según dice, no había cambiado mucho y era “dramática”. 40 por ciento de la población se encontraba bajo la línea de la pobreza, un dato que se materializaba a diario en la lucha por sobrevivir, sumando a esto la continuidad de la Dictadura y el asedio a las organizaciones sociales.
Durante esta semana, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó las proyecciones que manejan a nivel latinoamericano, respecto del escenario económico que dejará la actual crisis sanitaria. El dato que hoy diversos analistas miran con sumo cuidado es el que prevé una caída del PIB nacional de un 7,1 por ciento -en caso exista un rebrote del virus-, es decir, la peor crisis desde la que azotó al país en 1982.
Frente a esto, y tratando de encontrar similitudes entre ambos escenarios, Andrade echa mano principalmente de los movimientos sociales gestados en las crisis y recuerda, dada su labor en la Vicaría de la Solidaridad, el rol trascendental que cumplen las mujeres frente a crisis de este tipo.
“En la Vicaría, cuando se empezaron a hacer programas de apoyo social, la hipótesis era que quienes iban a participar más eran los hombres, precisamente porque en el período previo -de la Unidad Popular- había más protagonismo masculino. Sin embargo, y eso es algo que hay que mirar ahora, quienes se reconstituyeron más rápidamente fueron las mujeres. Nosotras pensábamos que esto tenía que ver con que los hombres se desarmaron frente al fenómeno de la cesantía y el desmantelamiento de sus organizaciones políticas”, recuerda Andrade en conversación con nuestro medio.
Pese a esta similitud que logra rescatar, Andrade guarda recelo por dimensionar la crisis actual a la sombra de la de 1982, esto justamente por el rol que cumplía en ese entonces el Estado y sobre todo por el imaginario que había instalado en la población.
“Había una situación objetiva de niveles de pobreza tremendos, pero a la vez una nula respuesta del Estado. Era como si el Estado no existiese salvo para reprimir. La impresión que nosotras vivíamos desde las organizaciones era del Estado como Junta Militar, policías en la calle, detenciones, represión, y todo lo que tenía que ver con la reproducción social de la vida, operaba al margen del Estado, todas las iniciativas de las que te hablo, operaban en la vía del mundo de la solidaridad”, indica.
Todo este contexto, para el sociólogo y académico de la Universidad Alberto Hurtado, Alexis Cortés, además, estuvo marcado por una serie de antecedentes mundiales, algunos similares a los actuales, y que hoy nuevamente podrían hacer detonar una crisis de magnitudes comparables.
Altas cifras de desempleo, el alza del precio del dólar y una desregulación de la economía que perpetuó un modelo hasta el día de hoy, son solo algunos de esos antecedentes; sin embargo, para Cortés, la similitud más importante que podrían tener estos dos panoramas está relacionada con el componente social, sobre todo por el estallido social que en los meses de verano nadie sabía cómo controlar.
“La crisis de 1982 estuvo acompañada de niveles bien altos de conflictividad, las grandes protestas nacionales que se dieron alrededor de 22 jornadas populares de protesta y que hoy puede que se repliquen de alguna manera. Ya lo estábamos viviendo con el estallido social, hemos visto movilizaciones por el hambre, entonces creo que no es difícil prever que esos grados de conflictividad probablemente retornen y van a ser más complejas las posibilidades de manejarlas en la crisis”, resalta.
Pese a que, en comparativa con las economías de Argentina o Brasil, el panorama chileno parece ser el menos adverso, según la OCDE, para Cortés significa también una gran posibilidad para repensar el sistema económico actual, esto considerando que incluso la propia dictadura tuvo que aplicar estrategias contrarias al modelo que defendían.
“Hemos trabajado con un modelo económico que más bien se ha basado en el crecimiento, pero no necesariamente en el desarrollo, porque ha producido altos grados de desigualdad social y económica, un alto nivel de vulnerabilidad de nuestra economía a los vaivenes del mercado, esto producto de nuestra dependencia de exportación de materia prima. Hoy es momento para repensar, porque incluso en la crisis del 1982, que se da en un alto grado de ortodoxia neoliberal, la propia dictadura tuvo que tomar medidas más estatistas para enfrentar la crisis”, comenta.
Algunas de estas medidas, por ejemplo, estuvieron relacionadas con la intervención estatal en la banca privada, pero que finalmente no significó mayores réditos para la economía nacional a largo plazo. Esto mismo, en la opinión de Cortés, podría ser el error en el que caiga nuevamente el Estado si es que no evalúa con seriedad el rescate de empresas como Latam.
Además, ya desde el análisis económico de las proyecciones de la OCDE, el economista Andrés Solimano explica algunos giros que tuvo que dar el gobierno militar ante la crisis, algo a lo que, en su opinión, no se está arriesgando el gobierno de Sebastián Piñera.
“Sacaron a los Chicago Boys y pusieron por un tiempo a Luis Escobar Cerda, que fue pragmático y partió el gasto público, devaluó la moneda, consiguió un buen acuerdo con el FMI, que el equipo de Chicago no había podido conseguir. Después volvieron, pero ya había pasado la parte más aguda de la crisis con gente más pragmática. Ahora, lamentablemente, a la gente que conduce la economía en el actual gobierno yo no la encuentro muy pragmática”, critica.
Poco antes de que se publicasen las proyecciones de la OCDE, el Gobierno había anunciado ya un plan de reactivación económica frente a la crisis que involucra un gasto de 10 mil millones de dólares, un monto muy por debajo de lo sugerido por diversos economistas.
Para Solimano, sin embargo, lo más grave de esto y que podría incluso agravar las proyecciones de OCDE tiene que ver con la fragmentación de este gasto, utilizando solo 3 mil millones durante este año y guardando el resto para el 2021.
Ante esto, la principal sospecha del economista es que se trataría de una estrategia electoral considerando las elecciones presidenciales del siguiente año y que, si bien podrían generar réditos políticos para el bloque del actual gobierno, podrían perpetuar por mucho más tiempo las consecuencias más nefastas de la crisis en los que menos tienen.
*La foto de portada es del archivo Flickr de Paulo Slachevsky.
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