La Casa Blanca está haciendo esfuerzos por resaltar el plan aprobado recientemente para renovar las infraestructuras del país en momentos en que las tasas de aprobación del presidente Biden se han hundido hasta alrededor del 40%.
En el Estados Unidos de Biden, el desempleo baja, la recuperación es fuerte, la bolsa va bien, pero los precios suben, y lo hacen de una manera sin precedentes en varios decenios. En noviembre, por ejemplo, aumentaron un 6,8% con respecto al mismo mes el año pasado.
Esta inflación desenfrenada es un problema para la administración Biden, pues una mayoría de estadounidenses solo parecen percibir este fenómeno.
“Los precios están subiendo, pero ya lo hacen más lentamente”, explicó la Casa Blanca en un comunicado en el que subrayó que “los precios de la gasolina, los más simbólicos y los más vigilados, han empezado a bajar”.
En el comunicado la presidencia también señala que “la presión inflacionista es global” y que ésta se debe “a las interrupciones en las cadenas de suministro”.
La Casa Blanca espera que el pick haya pasado, pero el jefe del Banco Central, Jerome Powell, admitió hace unos días que la inflación no es transitoria.
Por lo tanto, se espera que la Fed ajuste su política monetaria para hacerla menos acomodaticia en los próximos meses y quizás ya en su próxima reunión de la semana que viene, lo que podría debilitar la recuperación.
Mientras tanto, Joe Biden reclama su plan de gasto social y climático para reducir el coste de la vida de las familias estadounidenses.
Pero los senadores republicanos denuncian un gasto de billones de dólares que, en cambio, aumentará la presión inflacionaria. Algunos demócratas no están lejos de esta opinión y por eso están frenando el plan, aunque eso signifique darle dolores de cabeza al presidente.