Dirigentes sindicales del sector alertan sobre la indefensión en la que se encuentran ante las empresas transnacionales exportadoras, especialmente las mujeres trabajadoras. Restricciones para ir a servicios higiénicos, contratos que impiden beneficios de pre y post natal y desigualdad salarial son algunas de las irregularidades que denuncian.
La industria de salmón se expande a pasos agigantados en la zona sur del país, con utilidades históricas que en 2018 superaron los cinco mil millones de dólares, y ahora ve la posibilidad real de instalarse en las costas de la Patagonia. Sin embargo, sus trabajadores y trabajadoras ven cómo esas ganancias millonarias no se ven reflejadas en su labor productiva a través de mejores salarios. Todo lo contrario: denuncian que cada vez más se coartan sus derechos laborales y remuneraciones.
La dirigenta de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Industria del Salmón y Mitílidos de Chile (Conatrasal), Carolina Delgado, denunció violaciones a los derechos de las mujeres, como falta de salas cunas y guarderías, negociaciones contractuales unilaterales para impedir beneficios como fuero maternal y extensas jornadas de trabajo donde hasta se restringe la posibilidad de ir al baño, tomando en cuenta que las labores se realizan bajo condiciones de alta humedad y bajas temperaturas.
“Te toman el tiempo para ir al baño con cronómetro, te retienen la tarjeta de marcaje hasta que vuelvas y si otra persona ya está en los servicios higiénicos, de las 40 que aproximadamente componen una línea de faena, no puedes ir hasta que vuelva. Eso ya te lleva a una condición precaria, aguantarte con los pies en el agua trae consigo infecciones urinarias y otras enfermedades que son de todos los días acá”, afirmó.
La dirigente advirtió además que el actual sistema de trabajo incentiva la autoexplotación, por lo que se presenta una alta prevalencia de enfermedades invalidantes músculo-esqueléticas, asociadas a extensas jornadas de trabajo y actividades manuales repetitivas.
En este sentido, Delgado denunció que también en la industria salmonera existe discriminación salarial en materia de género, donde por una misma labor, los hombres reciben sueldos superiores a los percibidos por las mujeres: “Nos dicen que nos dan la posibilidad de salir por las buenas, cosa que después de tu embarazo puedas volver, o si quieres seguir adelante terminando tu fuero no vuelves más. Yo he conocido solo dos casos en todos los años de trabajo que llevo acá donde las mujeres deciden denunciar esta práctica irregular. El resto se va, para evitar represalias, porque sus parejas laboran en la misma empresa, y para que ella siga trabajando después de nacida la guagua”, argumentó.
Al respecto, el presidente de la Federación de Trabajadores de la Industria del Salmón (Fetrasal) de Quellón, Gustavo Cortés, denunció que la imposición por parte de la industria salmonera de contratos por obra o faena, incentivado por bonos de producción, provoca que los horarios de desempeño puedan llegar hasta las 12 horas continuas. “La industria salmonera no genera ingreso en las ciudades y localidades donde están instaladas sus plantas y jaulas, eso te molesta y da rabia. La empresa cree que con mejoras a un jardín infantil o con camisetas e implementos deportivos para un club local están cumpliendo con su responsabilidad social empresarial, pero no es así. En Chiloé hay enormes necesidades en temas de vivienda y falta de alcantarillado, entre otros problemas, que la industria tiene la capacidad para resolver, pero simplemente no lo hace”, subrayó.
El presidente de Fetrasal agregó que, en caso de una huelga como la ocurrida en enero pasado en la empresa Salmofood, la industria deriva sus productos a otras plantas que no son de su propiedad, con el objetivo de seguir faenando y no detener su producción, lo que al final hace estéril el fundamento central de la movilización laboral, que es presionar para obtener mayores y mejores beneficios.
Para el director ejecutivo del Centro Ecocéanos, Juan Carlos Cárdenas, la expansión de la industria salmonera en el sur del país también ha traído consigo un aumento sustantivo de la accidentabilidad laboral. Preliminarmente, entre 2013 y enero de 2019, han fallecido 31 trabajadores y trabajadoras producto de las precarias condiciones en que operan, especialmente los buzos. “Cabe señalar que la industria salmonera chilena es la que tiene los peores estándares laborales de la industria a nivel global, los menores salarios, las más extensas jornadas y los más altos niveles de violación a las regulaciones ambientales y sanitarias en las regiones donde operan”, aseguró.
En esta situación llama la atención el papel de las compañías transnacionales noruegas, japonesas, alemanas y canadienses que aplican dobles estándares laborales, ambientales y sanitarios en Chile, no respetando las directrices para multinacionales de la OCDE.
Los dirigentes sindicales de la industria salmonera coincidieron finalmente en que se deben fortalecer las alianzas multisectoriales y la participación informada de las trabajadoras para generar un amplio proceso de movilización social, exigiendo respeto a los derechos humanos, transparencia y participación informada.
By:Rodrigo Fuentes / Diario Uchile