El uso de forma innecesaria de antibióticos no sólo puede generar reacciones adversas como problemas gastrointestinales, alergias, complicaciones hepáticas o renales, sino que también resistencias bacterianas, pudiendo convertirse en un nuevo problema para la salud mundial.
Las infecciones de las vías respiratorias altas suelen ser los mayores motivos de consulta en los meses de invierno. La gran mayoría de estas afecciones (como gripes, resfríos e influenza) son de origen viral y suelen curarse de forma espontánea, requiriendo de fármacos sólo para tratar sus síntomas. Además, si consideramos que en este periodo cercano a la primavera también se incrementan algunos procesos alérgicos como la rinitis o el asma, más del 90% de las afecciones respiratorias no deben ser tratadas con antibióticos.
No obstante, según la Organización de Consumidores de España, la mayoría de los pacientes que acude a un médico por este tipo de afecciones espera la prescripción de un antibiótico, siendo la percepción de la calidad de la consulta valorada positivamente si es que el médico así lo hace. De acuerdo a Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, “el uso frecuente o inadecuado de estos medicamentos puede generar graves problemas, dejando de ser útiles para combatir infecciones graves de origen bacteriano. Esta resistencia ha generado bacterias más fuertes, o superbacterias, incapaces de ser tratadas con los fármacos actuales, abriéndose una ventana a infecciones que pueden resultar fatales por la imposibilidad de tratarlas”.
Esta resistencia es una complicación extendida en el globo. Según lo indican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. este es uno de los problemas de salud pública más apremiantes de todo el mundo, señalando -además- que entre un tercio y la mitad del consumo de antibióticos en humanos es innecesario o inadecuado. Asimismo, un estudio publicado en la revista de la Academia de Ciencias de EE.UU. -desarrollado por expertos del Centro de Dinámica de Enfermedades, Economía y Política y la universidad de Princeton- y que abarcó 79 países a nivel mundial, el uso de antibióticos en el mundo ha crecido en un 65%, mientras que en Chile aumentó en un 55% en 16 años.
“El abuso de los antibióticos también conlleva la destrucción de bacterias que son beneficiosas para nuestro organismo. En este sentido, surgen problemas gastrointestinales, pudiendo originar diarreas debido a la falta de bacterias que ayudan a digerir los alimentos”, indica Molina. De hecho, la Organización Mundial de la Salud señala que esta podría ser la próxima pandemia que el mundo enfrente, convirtiéndose en la principal causa de muerte para 2050. Ya para 2015, las “superbacterias” habían matado en Europa al mismo número de personas que la tuberculosis, el SIDA y la gripe juntos, provocando cerca de tres mil muertes al año sólo en España.
“Esto enciende las alertas ante una conducta irresponsable por parte de los pacientes. Muchos dudan de la capacidad del médico si no les indican antibióticos, o ´repiten la receta´ del medicamento que lo curó la vez pasada, consiguiéndolos en ferias libres que, por lo demás, es ilegal. La educación en este tipo de temas urge aún más que un tratamiento eficaz”, sentencia la facultativa.
Antibióticos y Covid-19
La pandemia también ha planteado retos sobre el uso y abuso de estos fármacos en este periodo. Si bien el Covid-19 es una enfermedad de origen viral, en algunos pacientes también se han desarrollado procesos de co-infección bacteriana, lo que ha obligado a médicos a suministrar tratamientos antibióticos.
Sin embargo, la facultativa señala que “hemos visto pacientes con enfermedad leve que los consumen de forma preventiva para evitar desarrollar estos cuadros. Los especialistas a nivel mundial han señalado lo perjudicial de esta práctica, por lo que es indispensable que la población entienda que los antibióticos sólo deben ser utilizados frente a la existencia y confirmación de una infección bacteriana. No sirven como tratamiento preventivo”.
La aparición del virus SARS-Cov 2 ha demostrado la facilidad con que ciertos patógenos se pueden propagar, amenazando no sólo la seguridad sanitaria mundial y la vida de las personas, sino también desestabilizar las economías y los medios de subsistencia. Si no se toman medidas urgentes, las enfermedades que no puedan ser tratadas con antibióticos por haber generado resistencia podrían causar 10 millones de muertes anuales para 2050 y provocar daños tanto o más catastróficos como los que hemos enfrentado con la pandemia del Covid-19.