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Los desafíos de la educación sexual en Chile

A mediados de marzo en el Colegio Adolfo Beyzaga Ovando de Arica estudiantes de quinto básico recibieron una charla de educación sexual, que posteriormente sus apoderados calificaron como “explícita” debido a su contenido “inapropiado”. 

El Ministerio de Salud junto con el Ministerio de Educación explicaron que en este caso no se respetaron los protocolos ni lineamientos existentes, error que significó la renuncia del Seremi de Salud de Arica-Parinacota, Leonardo Valenzuela.

Pese a que se dieron a conocer las equivocaciones que se llevaron a cabo en el establecimiento del norte, la situación instauró en el debate público la pregunta: ¿Es necesaria la educación sexual integral (ESI) en el sistema educativo?

Para la jefa del Área de Educación de la Asociación Chilena de Protección de la Familia (Aprofa), Pamela Jaimees importante impartir educación sexual a niños, niñas y adolescentes en las escuelas, puesto que es un lugar clave para que pueda ser entregada de manera secuenciada, adecuada a la edad y con relevancia a la etapa de desarrollo.

“Cuando trabajamos la ESI de manera formal, entendemos que es dentro del colegio un espacio altamente privilegiado para que el estudiantado pueda desarrollar actitudes, adquirir conocimientos y habilidades para la toma de decisiones en base a la información”, afirmó.

Asimismo, la investigadora postdoctoral del CIAE de la Universidad de Chile, Anita Tobar, enfatizó en que tener acceso a una educación sexual integral responsable es un derecho de los niños, que tanto las escuelas como el Estado deberían resguardar.

Y explicó que la educación sexual es una herramienta que permite que los niños y niñas puedan identificar situaciones de abuso.

“No darle una adecuada educación sexual integrada los niños niños y adolescentes no solamente vulnera su derecho a recibir la información y a la educación que ellos necesitan para desarrollarse sanamente, sino que también los expone a ser víctimas de situaciones que pueden impactar su desarrollo en el presente y su vida en el futuro”, añadió. 

Ley 20.418: ¿Es suficiente?

En nuestro país el único marco legal que existe sobre educación sexual es la Ley 20.418, la que establece que “los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado deberán incluir dentro del ciclo de Enseñanza Media un programa de educación sexual”. 

No obstante, para el académico de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), Pablo Astudillo, esta normativa presenta falencias, pues está centrada en la planificación familiar y tiene una perspectiva epidemiológica, y no aborda temas como la prevención del abuso en la educación preescolar, cuestiones relativas a la violencia de género, relaciones afectivas, etc.

“Tampoco la ley no dice nada respecto del financiamiento, que es una variable crucial en un sistema como el nuestro por las diferencias importantes que existen entre establecimientos. Entonces, los colegios con más recursos tienen programas de educación sexual que abordan aspectos que la ley no contempla, con buen material y a lo largo de todos los cursos, mientras que hay otros que se conforman con una charla que viene a dar un profesional”, explicó.

La directora ejecutiva de la Fundación Niñas Valientes, Carla Ljubetic, coincide con el el académico de la UAH y explicó que otra deficiencia de esta normativa es que sólo establece la obligatoriedad de la educación sexual en la enseñanza media, cuando está comprobado que se debe impartir desde edades tempranas.

En ese sentido detalló que las niñas en su primera infancia ya internalizan estereotipos de género y se siente inferiores a sus pares masculinos, “entonces, si no visibilizamos el impacto de los estereotipos y si no pensamos en una educación que promueve la equidad de género en términos afectivos, relacionales educativos, entre otras dimensiones, vamos a estar llegando tarde en hacernos cargo de estas brechas género

Y agregó que otro punto relevante para impartir educación sexual a niños y niñas es es el enfoque preventivo, “sabemos que los abusos sexuales infantiles ocurren a edades muy tempranas y la mayoría de las veces en los contextos primarios de socialización de la niñez, por tanto, educar sobre esto en la escuela es una herramienta que nos va a permitir reconocer las diferentes formas de abuso, saber cómo y cuándo pedir ayuda”.

Por otro lado, la jefa de educación de APROFA, además de señalar que esta normativa no contempla la educación sexual de manera “integral” y que “llega tarde” en términos de aprendizaje, también hizo un llamado al Gobierno para que presente un proyecto de ley que se haga cargo de las falencias de la Ley 20.418.

“Sería importante que retomé las conversaciones, todas las gestiones y trabajos que se han hecho para para crear una política nacional, que además es compromiso de campaña”, afirmó.

Las diferencias entre la ESI y la educación no sexista

Muchas veces suelen confundirse la educación sexual integral con la educación no sexista, pero se trata de temáticas diferentes y en el contexto chileno están contenidas en marcos normativos distintos. 

“La educación sexual integral tiene que ver con proporcionar conocimientos y herramientas a niños, niñas y adolescentes para que tengan una relación sana con su propia sexualidad, su cuerpo, su afectividad. Que entiendan los límites de su cuerpo y los límites del cuerpo de otros, que comprendan lo que es consentimiento y que vayan desarrollando gradualmente estos conceptos a lo largo de la vida escolar”, explicó la investigadora del CIAE, Anita Tobar.

Y añadió que “la educación no sexista es un enfoque educativo donde se aboga porque tanto niños como niñas se desarrollen con las mismas oportunidades en la escuela y a que no haya sexismo dentro de la sala de clases”.

Por su parte, la directora ejecutiva de Niñas Valientes afirmó que desde la fundación entienden la educación no sexista como un “modelo educativo”.

Asimismo, señaló que “cuando nos referimos a educación sexual integral estamos hablando de un enfoque que está dentro de este sistema educativo, que se traduce en distintos niveles, pero por sobre todo en la dimensión curricular. En ese sentido, entendemos la educación sexual integral como todo el proceso de enseñanza y aprendizaje de los aspectos cognitivos, sociales, biológicos y afectivos de la sexualidad humana”.

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