Con un conflicto medioambiental, con problemas legislativos para consensuar un salario mínimo, con denuncias contra Sebastián Piñera por uso de información privilegiada y otros flancos abiertos, el Gobierno vivió semanas críticas. Mientras, el Frente Amplio daba rienda suelta a conflictos internos y, de paso, desaprovechaba la oportunidad de capitalizar las semanas más oscuras del oficialismo.
Hace dos semanas la comisión de Ética de la Cámara de Diputados resolvió sancionar a la diputada Pamela Jiles (PH) por el episodio que protagonizó cuando increpó al diputado UDI Ignacio Urrutia por tildar de “terroristas” a víctimas de la dictadura cívico militar.
Independiente de los juicios de valor en torno a la medida, la polémica se desató cuando se reveló que sus compañeros del Frente Amplio (FA), Vlado Mirosevic (PL) y Renato Garín (RD), habían votado a favor de la sanción, abriendo paso a una avalancha de críticas y a una discusión interna subida de tono.
Luego de la sanción (de $18.200), Jiles tomó la determinación de renunciar a la presidencia de la comisión de Familia y Adulto Mayor. “La actitud afrentosa de esos dos diputados, y el silencio cómplice de quienes debieron pronunciarse, me obliga una vez más a actuar de la única manera que conozco: con la moral y con la razón. La dignidad de nuestros muertos no se sanciona. En este acto presento mi renuncia al cargo de presidenta de la comisión de Familia de la Cámara de Diputados”, pronunció este miércoles en el espacio.
Si bien Mirosevic y Garín se disculparon y reconocieron su error, la actitud no bastó para conciliar los ánimos al interior del conglomerado.
Pero no fue la única polémica de la coalición durante esta semana, ni tampoco la única en la que se vio involucrado el diputado liberal Vlado Mirosevic. El parlamentario por Arica se ha mantenido en el ojo del huracán durante las últimas semanas por sus pronunciamientos de condena hacia los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Venezuela. Sus posiciones han sacado ronchas en la alianza, y lo han ubicado como el blanco de críticas de parte de algunos sectores frenteamplistas.
El extenso debate en torno a la supuesta relativización de los derechos humanos en gobiernos progresistas o de izquierda derivó en la renuncia de Mirosevic a la comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Diputados. Su partido, el Liberal, declaró a través de un comunicado que “a pesar de las presiones, no estamos dispuestos a negociar nuestras convicciones en materia de derechos humanos y democracia. Menos aún estamos dispuestos a continuar tolerando presiones ni cuestionamientos de grupos que han relativizado el valor universal de los derechos humanos”. “No estamos dispuestos a transar nuestras más profundas convicciones por la soberbia que en reiteradas ocasiones ha manifestado un sector minoritario de nuestra coalición”, concluyeron.
¿Crisis?
Uno de los involucrados en la semana crítica fue precisamente el diputado RD Renato Garín. El parlamentario declaró en entrevista con CNN que “El Frente Amplio está en una crisis muy profunda hoy día (…) Los problemas internos del FA no tienen por qué tocar las instituciones de la Cámara de Diputados que no nos corresponden. Estamos ejerciendo presidencia porque hemos sido elegidos por la gente, porque ha habido un largo acuerdo político y que tanto Vlado como Pamela renuncien a esas presidencias para dar una señal al interior del FA me parece que es mezclar la política interna del FA con las cuestiones institucionales de la República”.
En conversación con este medio, Tomás Hirsch manifestó sus discrepancias respecto de las dimensiones que ha adquirido este conflicto. Bajo su punto de vista, son episodios naturales dentro de un contexto de acomodamiento: “Estamos viviendo una dificultad, una situación que requiere respuestas, pero no lo llamaría una crisis. Es parte de un proceso de crecimiento, desarrollo e instalación, de un conglomerado que es nuevo, que hoy día tiene una presencia parlamentaria relevante y, por cierto, que va pasando por este tipo de dificultades que nadie pretende ni esconder ni negar. Pero de ahí a decir que estamos en una crisis, que estamos prontos a desaparecer, me parece totalmente absurdo y fuera de lugar. Lo que ha sido más conflictivo dentro del FA ha sido un exceso de agendas propias y la dificultad de converger en un proyecto común. Tenemos un programa de gobierno común y debiéramos atenernos a ese programa”.
Mientras el panorama frenteamplista se oscurecía, y las distintas figuras salían a increpar a sus compañeros de coalición; cuando otros pedían disculpas, en medio de renuncias, declaraciones cruzadas, sanciones, comunicados, tweets y más, el gobierno de Sebastián Piñera vivía una de sus peores semanas en La Moneda.
Con un reajuste del salario mínimo postergado por dos meses, enfrentando a toda la oposición en contra del oficialismo; con una crisis ambiental en Quintero que terminó con el vicepresidente de ENAP renunciado, con alerta amarilla para la comuna y con más de 300 casos de personas intoxicadas; con el destape de un caso de uso de información privilegiada para una operación financiera millonaria por parte de Sebastián Piñera, con una tasa de desempleo en aumento (luego del cierre de varias empresas) y con una denuncia del gobierno boliviano en contra de chileno por la suspensión de una reunión del Comité de Fronteras a raíz de la contrademanda que presentó Bolivia contra Chile en la Corte Internacional de Justicia, el Ejecutivo ha sufrido los embates de un complejo escenario político económico y social.
Una semana convulsionada para La Moneda y que no obtuvo ningún tipo de capitalización política de parte del FA. Rodrigo Echecopar, presidente de Revolución Democrática, hace una reflexión desde la autocrítica: “Hacemos un análisis crítico. Estamos perdiendo el tiempo hablándonos a nosotros mismos, siendo incapaces de procesar nuestras diferencias en los espacios correspondientes, cuando el foco lo tenemos que estar poniendo no solo en los errores del gobierno, sino que en la incapacidad del gobierno para enfrentar los desafíos que hoy están enfrentando chilenos y chilenas a lo largo del país. Tenemos una crisis ambiental y de salud absolutamente abierta, tenemos a Carmen Hertz cuestionada por la UDI en su rol de llevar adelante la acusación constitucional, tenemos un salario mínimo que no responde a las necesidades de los chilenos y estamos llevando nuestros conflictos a los espacios públicos. Eso es una falta de madurez del Frente Amplio que tiene que ser enfrentada con definiciones políticas”.
El diputado de Movimiento Autonomista, Gonzalo Winter, está de acuerdo con el diagnóstico que sugiere que estas semanas constituyeron un desperdicio para el conglomerado, y lo explica de forma gráfica: “La relación entre la plurianualidad del salario mínimo -que el gobierno defendió con excesivo ahínco-, y el plan de reforma tributaria, que a nuestro juicio tiene como objetivo bajarle la carga tributaria a las grandes empresas, está en el corazón de la diferencia que tiene el programa del FA con el programa de la derecha. Esto es un proyecto que aumenta que aumenta la desigualdad y la carga de los trabajadores y trabajadoras. Lo más grave es que como FA estamos completamente de acuerdo en este aspecto, que es central. Que no hayamos sido capaces de ocupar estas semanas para instalar desde el punto de vista político y programático esta diferencia, es un fracaso. Los cargos que ocupa el FA no son nuestros. Nunca más pueden estar al servicio de los problemas del FA o de reflexiones personales, sino que tienen que estar al servicio de un proyecto colectivo, transformador, radical y viable”.
Con la inmadurez propia de un proyecto político incipiente y con diferencias cuya relevancia aún no está clara, el Frente Amplio brindó un pobre espectáculo esta semana y, de paso, desaprovechó una de las oportunidades más fértiles que el gobierno le ha brindado a la oposición para capitalizar políticamente los conflictos a los que ha tenido que hacer frente.
By: Martín Espinoza C / Diario Uchile