El Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó a 3% su proyección de crecimiento económico para Chile en 2018, gracias al alza del cobre y un mayor nivel de confianza en las empresas. En octubre pasado, había previsto un crecimiento de 2,5%. Además, para 2019 su proyección es más bien conservadora: 3,2%.
La información la entregó hoy el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, en su informe “América Latina y el Caribe en 2018: Recuperación económica en ciernes”.
Según Werner, En Chile, tras un lento arranque en 2017, el crecimiento repuntó en el segundo semestre del año y ese ímpetu continuaría en 2018 con un crecimiento proyectado de 3 por ciento.
El alza de los precios del cobre y un mayor nivel de confianza entre las empresas —sobre todo tras la resolución de la incertidumbre política que rodeó las elecciones presidenciales del año pasado— han apuntalado el crecimiento, añade el economista.
Sin embargo, advierte que varios riesgos podrían hacer trastabillar la recuperación de la región. Las elecciones programadas en muchos países rodearán de incertidumbre la situación económica y política a lo largo del próximo año.
Agrega que las presiones para adoptar políticas aislacionistas en las economías avanzadas —manifestadas por ejemplo en el repliegue de la integración transfronteriza— y los factores como las tensiones geopolíticas mundiales y los fenómenos meteorológicos extremos podrían acentuar la incertidumbre.
Asimismo, las condiciones en los mercados financieros podrían hacerse más restrictivas si la inflación aumentara más de lo esperado en Estados Unidos o si las vulnerabilidades financieras internacionales se acumularan debido a una toma excesiva de riesgos durante el dilatado período de tasas de interés muy bajas y escasa volatilidad de los precios de los activos.
“Más allá del corto plazo, la región enfrenta dificultades a mediano plazo. Como venimos subrayando, a pesar de la aceleración económica en curso, el crecimiento del producto latinoamericano está regresando a una media decepcionante”, enfatiza.
“Teniendo en cuenta el atenuado crecimiento potencial y los riesgos a la baja a mediano plazo, es necesario redoblar los esfuerzos por reconstituir los márgenes de protección e implementar políticas estructurales encaminadas a eliminar los cuellos de botella que traban el crecimiento y a mejorar la resiliencia”, añade.
También señala que “en los países que necesitan reducir los déficits fiscales, es necesario dirigir la atención al delicado equilibrio entre preservar un crecimiento inclusivo y estabilizar la elevada y creciente deuda pública”.
“Para resistir mejor los shocks en el futuro, se lograría una mayor resiliencia y eficacia a la política monetaria manteniendo la flexibilidad cambiaria y reforzando en mayor medida la comunicación y la transparencia de los bancos centrales”, concluye Werner.
By: Natalia Seguel A.