Eduardo Valdés, ex representante de Argentina en el Vaticano –y cercano a Jorge Bergoglio– afirmó que su expectativa es que haya grandes cambios en la curia chilena. De hecho, comentó que, a su parecer, Francisco optará por personas que se acerquen más a la figura de cardenal Raúl Silva Henríquez
Antes de asumir como embajador de Argentina en el Vaticano, el abogado Eduardo Valdés había defendido a un chico abusado por Julio Grassi, un conocido sacerdote trasandino que actualmente está en prisión cumpliendo una condena de casi 15 años por ese delito. Actualmente, el cercano al Papa Francisco se desenvuelve como diputado del Parlamento del Mercorsur.
Al teléfono, comenta los hechos que se han sucedido luego de la visita del Papa Francisco a Chile, y adelanta la visita de todo el obispado nacional al Vaticano.
-Las víctimas de Fernando Karadima acaban de decir que el Papa les pidió perdón. ¿Qué debiera significar esto en concreto?
Lo que sucedió en Chile marca un antes y un después en todo el tema del abuso sexual de sacerdotes. Creo que lo que va a pasar en adelante será tan importante como lo que ocurrió en Boston. Me parece que el Sumo Pontificie haya recibido a las víctimas como corresponde, y se haya pedido perdón genuino. Yo ya veía que él se venía revisando cuando en el vuelo de vuelta de Lima pidió disculpas por lo último que había dicho en Iquique. Como te decía, creo que aquí hay un antes y un después, pues los tiempos eclesiásticos no corresponden a los tiempos terrenales, y hay que tratar de hacerlos coincidir.
-¿Algunas medidas para adecuarse a esos “tiempos terrenales” pasarían por sobre los intereses de la curia conservadora?
Este caso tiene que ser el último. La curia no puede ser escondedora de estos hechos, sino que denunciante. Seguramente aquí hay una cadena de complicidades de obispos y sacerdotes en el cual Juan Barros es la cara más visible, pero debe haber muchos más. Dentro del dolor terrible que causa esta situación, veo una pequeña luz para que no ocurra nunca más.
-A mediados de mayo viajará todo el obispado de Chile al Vaticano. ¿Cuáles cree que serán las señales y qué tan importante son?
Yo creo que va a ser un gran tirón de orejas. Eso que pasó en Santiago de Chile me sorprendió; hechos como las declaraciones de Marta Larraechea, la compañera de Eduardo Frei y demócrata cristiana, resultaron lejos de agraviantes, un llamado de atención, un grito de alguien que profesa la fe y que no comparte lo que está pasando en ese momento.
-¿Cree que las medidas afecten al sector conservador de la iglesia chilena?
Por supuesto. A los conservadores de esta situación, de este estatus quo donde puedan convivir y ser cómplices de obispos y curas abusadores, no tengo duda que va a ser una gran depuración. Me parece que es lo que corresponde. Yo me he criado en Neuquén, donde limitamos con Chile, y debo decir que en mis jóvenes años tenía orgullo por esa iglesia chilena que lideraba monseñor Raúl Silva Henríquez. Qué ha pasado en Chile para que después para que ninguno pueda emular esa conducta, y me parece que algo ha pasado.
-Eso será reivindicado por el Papa?
Yo tengo mucha expectativa de que sea así. Yo creo que Silva Henríquez debe haber dejado sacerdotes con sus valores.
-¿La medida podría llegar hasta el Arzobispado de Santiago?
Lógico, debería ser así. Acá en la Argentina, el Papa se demoró desde 2013 hasta 2018 para hacer cambios en la Conferencia Episcopal, con monseñor Ojea o monseñor Colombo, que son muy parecidos al pensamiento de Silva Henríquez. Antes existía una curia conservadora que heredó Francisco que no lo quería nada a él como obispo de Buenos Aires. Era público que era la mosca blanca dentro de toda esa Conferencia. No es casual que ustedes hayan tenido de nuncio a Ángelo Sodano, que representa una conducción y un estilo, para mí un mal momento en la iglesia cuando fue secretario de Estado. Hay mucho sodanismo todavía en la curia vaticana, y eso es lo que hay que modificar.
-¿Cómo definiría la forma sodanista?
Ocultar estos temas. Hay un caso de Emanuela Orlandi, que fue una chica secuestrada en el Vaticano a los 14 años, en el año 1983. El Estado Vaticano no hizo nada para investigar este tema, y recién saltó a la luz lo que podría haber pasado con Emanuela por el año 2011 o 2012. Otro ejemplo es que lo de Boston venía desde antes a que llegara Benedicto XVI, y no se había investigado: esa es la forma sodanista. Sodano como Nuncio de la Iglesia en Chile habrá tenido mucha influencia en los obispos que se eligieron post Silva Henríquez…
-¿Cómo son las tensiones entre los sectores del Vaticano?
Las tensiones pueden existir, pero respecto de la liturgia. La ética humana no hay conservador ni progresista que, porque esté en un lado o en el otro, sea cómplice de una situación inhumana. Se supone que para eso son sacerdotes. Todo sacerdote debería denunciar, sea del pensamiento que sea.
-¿Qué tan grandes son las fuerzas conservadoras dentro del Vaticano?
Hay toda una visión muy eurocéntrica del grueso de los cardenales vaticanos. La mayoría del clero, hasta que llega Francisco, son de origen europeo, mucho mayor que los cardenales que los países de América Latina, Asia y África. Entre el clero norteamericano y europeo eran mayoría. Ahora se está modificando esa situación. Francisco está designando muchos cardenales de países del África, Asia, de América Latina. El Papa está promoviendo a personas que tienen territorio, diócesis. Esto es una crisis donde se sale para mejor. Francisco es un sembrador, y creo que el mundo post Francisco va a ser mucho mejor en los valores de convivencia y paz.
-¿Hace cuánto no conversa con su amigo, el Papa Francisco?
Está mal que yo diga que soy su amigo. Yo lo quiero desde que era Jorge Bergoglio. La última vez que conversé con él fue en Temuco. Ese fue el último día que lo vi a él. Después hablamos por mail o alguna vez que hablamos por teléfono.
-¿Le comentó algo al respecto de los cambios que quiere hacer?
No, y si me los comentó, tampoco te lo contaría. Esas cosas las tiene que hablar él.
By: Nicolás Massai D / Diario Uchile