El dictamen de la justicia conocido hace poco, que vino a sindicar en el diseño y no en la construcción la responsabilidad sobre el colapso del Puente Cau-Cau, reafirma la tesis que desde 2014 vengo denunciando de forma casi quijotesca. También marca un antes y un después en ésta que ha sido una verdadera teleserie china.
El fallo del 28° Juzgado de Santiago, más allá de zanjar una cuestión civil –el incumplimiento del contrato entre las partes-, tiene otros efectos interesantes: Liquida las cuestiones económicas pendientes y elimina las excusas para la terminación definitiva del viaducto. También echa por tierra las justificaciones que por cuatros años sostuvo el ex ministro del MOP Alberto Undurraga.
Pero por sobre todo, es un antecedente de peso a la vista de la Fiscalía de Alta Complejidad en las indagatorias de la arista penal.
Así surgen interrogantes: Cuáles fueron las motivaciones, intereses y factores que facilitaron que una empresa específica haya adjudicado un contrato de diseño; que haya habido ampliaciones de presupuesto incluso antes de firmar contrato; que el trabajo inicial haya pasado los filtros de la blancura sin que nadie advirtiera problemas; que se haya pagado supervisiones que nunca se efectuaron o que consten. Suma y sigue. Todo, en el contexto de lo que sucedía en Chile en 2007 y 2008, en medio de los escándalos por el Mop-Gate.
No hay que olvidar que Cigsa, adjudicataria del diseño, pocos meses antes había sido procesada y sancionada por delitos considerados hoy de corrupción, conminada a pagar multas, en tanto que directivos de la cartera fueron suspendidos y removidos de sus cargos por su relación en hechos de la arista MOP-Cigsa que, en ese entonces, investigaba la jueza Gloria Ana Chevesich.
Ahora, lo que importa a mi ciudad, es que esto marca un antes y un después. Llamo al MOP a perseguir con todo el rigor de la ley las responsabilidades que ha habido en esta seguidilla de escándalos; pero también lo conmino a que apuremos el tranco para terminar de una vez este puente que tantos dolores de cabeza sigue dando a Valdivia y a Chile.
Bernardo Berger Fett
Diputado de la República