El Presidente de la República, Gabriel Boric Font, la mañana de este jueves 20, participó en la sesión inaugural del Encuentro Nacional de la Empresa (ENADE) 2023, bajo el lema “Concordia Discors” que significa “la conexión de la divergencia”.
Durante el encuentro el Mandatario habló sobre la agenda de gobierno relacionada con el mundo empresarial, enfatizando en la responsabilidad compartida para llevar a Chile al desarrollo.
A continuación, el discurso del Presidente:
Muchísimas gracias a todas y todos los presentes, a quienes son anfitriones de esta instancia de diálogo. Me sumo, por cierto, a los vocativos que ya se han expresado.
Quiero decirles personalmente que me siento con una gran responsabilidad al hablar hoy en este foro. Por mi trayectoria y mis ideas, sé que en muchos de quienes están aquí presentes puedo despertar suspicacias y les confieso que yo también las tengo frente a muchos de ustedes.
Pero en el ejercicio de un año de Gobierno he podido confirmar, con total certeza, que hay algo que independiente de cualquier diferencia nos une y nos permite trabajar juntos, que es el amor profundo hacia nuestro país. No me cabe ninguna duda que los empresarios no son personas movidas sólo ni principalmente por la codicia, como algunas veces se caricaturiza. Por mi parte, les puedo asegurar que mi generación y nuestro Gobierno no somos personas que están movidas únicamente por el poder o el romanticismo voluntarista que es ajeno a las necesidades de la economía y de la empresa.
Personalmente, estoy consciente que puedo tener muchos defectos, pero si hay uno que he tratado de mantener particularmente al margen es la arrogancia y la tozudez. No creo, estimados y estimadas, saberlo todo. Reconozco cuáles son las zonas en donde requiero y requerimos ayuda y apoyo. Estoy, y esto lo extiendo a mi Gobierno, estamos permanentemente abiertos a escuchar y aprender, y no siento que mi ego ni mi autoridad descansen en la pretensión absurda de tener siempre la razón y menos en aplastar, ningunear o ignorar a nuestros contradictores o adversarios en la vida política.
Soy, y espero que esto se transmita en todo nuestro Gobierno, en el actuar de nuestro Gobierno, una persona de diálogo y de acuerdos. Por eso, se los digo de entrada, no nos dejemos llevar por los prejuicios, tratemos de mirarnos con empatía, también con clemencia. No me cabe ninguna duda que si lo hacemos podemos trabajar juntos por el bienestar de nuestro pueblo y por el futuro de Chile.
Hay momentos en la historia en que esta pareciera acelerarse. Yo no tengo ninguna duda que todo Gobierno enfrenta tremendas dificultades y creer que cuando uno está gobernando está enfrentando lo más difícil que ha pasado, es también de soberbia o individualismo. Miro acá a dos ex Presidentes, Presidenta, y sé que ellos en sus dos mandatos tuvieron que enfrentar tremendas dificultades, que en su momento parecían quizás irremontables. A nosotros también nos toca eso y aprendemos justamente del pasado para poder salir adelante.
Pero como les decía, hay momentos en que la historia se acelera y este pareciera ser uno de ellos. Hagamos una recapitulación de cuál era la situación en el país y en el mundo el 11 de marzo del 2022.
Estaba comenzando la injusta e ilegal invasión de Rusia a Ucrania y se temía su extensión al resto de Europa y del mundo. La inflación comenzaba ya, en ese momento, a mostrar sus garras y se temía lo peor con agoreros pronósticos, el dólar llegando los $1.000. Me imagino que todos se acuerdan.
Teníamos y seguimos teniendo, y en esto el ex Presidente Piñera fue una de las cosas que me dijo cuando nos reunimos, una situación de sequía grave que afecta profundamente a nuestra economía y que alienta un clima de ansiedad.
Teníamos una situación desbordada en materia de inmigración ilegal en el norte y una violencia creciente en el sur que parecía, en ese momento, imposible de detener. Dos amenazas que se venían acumulando desde hace años y para las cuales el Estado en su conjunto, más allá de responsabilidades particulares, porque acá no se trata de apuntar con el dedo y la responsabilidad hoy es nuestra, el Estado en su conjunto no estaba lo suficientemente preparado.
Se sumaba a esto el incremento y radicalización de la violencia de la delincuencia ante la cual el Estado estaba mostrando impotencia. Y esta radicalización de la delincuencia la hemos visto, por cierto, en los ataques hacia Carabineros en los últimos meses que nos han conmovido hasta la médula.
Los espacios públicos, muchos de ellos, estaban invadidos y deteriorados tras el estallido y la pandemia.
Nos encontrábamos, además, en medio de la Convención Constitucional que, como sabemos, no logró con su propuesta conectar con la mayoría de Chile y en donde el diálogo entre quienes piensan distinto fue difícil y escaso.
Y por si esto fuera poco, asumía un Gobierno nuevo, joven, el nuestro que por qué negarlo tuvo también dificultades en su instalación en un clima de pugnas con la generación precedente, en un clima de pugna generacional.
Sin embargo, pese a este contexto, con humildad hemos buscado las mejores soluciones y caminos para seguir avanzando y decidimos no quedarnos en el statu quo, y aprender de la historia y también de nuestro propio camino. En ese sentido, el proceso Constitucional ha seguido su marcha aprendiendo de la experiencia recién pasada, integrándola y su tarea es convenir una propuesta que sea abrazada como suya por una amplia mayoría de chilenos y chilenas, de modo que podamos cerrar esta página y disponer de una certidumbre básica para desarrollar nuestras vidas y emprendimientos. En esto me gusta y me uno a tu sueño en su primera versión, Karen.
No podemos ser ingenuos, no todos los sectores políticos están en esa disposición. Por eso valoro muchísimo que acá se exprese esa conexión en la divergencia, no me cabe ninguna duda que con ese espíritu lo vamos a poder sacar adelante.
Hemos, también, evitado la crisis económica que muchos anunciaban. Yo creo que es importante recordar esto, los anuncios respecto a una crisis económica de proporciones eran pan de cada día y la economía se está recuperando con un admirable equilibrio fiscal. Y esto no es producto de una sola cosa, estos resultados son el esfuerzo y la disciplina de todo el Gobierno y, por cierto, de la gestión del ministro de Hacienda y su equipo, Mario Marcel.
La violencia en el sur, grave aún, por cierto, no pretendo en ningún caso menospreciarla, ha disminuido y les aseguro que vamos a seguir y continuar en esa dirección. Por acción de la Fiscalía y del Ministerio del Interior están presos los cabecillas de la CAM, las policías han desmantelado bandas dedicadas al robo de madera gracias a un cambio en la legislación, y si bien hay delincuentes que han respondido provocando incendios no les quepa duda que en esa línea, de recuperar la seguridad, no vamos a retroceder y lo estamos haciendo, a la vez, con diálogo, con inversión en una de las zonas más rezagadas de nuestra Patria y con respeto y reconocimiento también a los pueblos indígenas, en particular al pueblo mapuche, con quienes sabemos el Estado tiene una tremenda deuda de la cual es nuestro deber moral e histórico hacernos cargo, sin violencia, con diálogo.
Además, estamos retomando el control de las fronteras en el norte. Hace poco estuve allá, en diferentes fronteras, en Chacalluta, en Colchane, conversando con militares, carabineros, autoridades y vecinos de la zona. Sabemos que sin fronteras seguras no hay Estado que resista y las nuestras habían colapsado gravemente. Para esta misión pedimos, en conjunto con el Parlamento, apoyo a las Fuerzas Armadas a quienes agradezco su dedicación y sentido patriótico, que han tenido en conjunto con Carabineros y las autoridades locales una respuesta ejemplar.
Y estamos desplegando todas las capacidades del Estado, incluido nuestro servicio exterior, nuestra Cancillería, para encontrar mejores fórmulas de colaboración con el resto de América Latina para encarar el difícil y complejo fenómeno migratorio.
Además, estamos recuperando, en conjunto con las autoridades locales, alcaldes, gobernadores, delegados y delegadas, las ciudades y los espacios públicos. Por cierto, también, con los vecinos. Esta es la señal más clara de la decisión del Estado de Chile de ganarle la guerra a la delincuencia, recuperar lo que nos es común. Nos gustaría, por cierto, hacerlo más rápido y para eso necesitamos la colaboración de todas y todos, el sector público y el sector privado unidos por recuperar lo que es de todos los chilenos y chilenas.
¿Hemos aprendido, entonces? Obvio que sí, hemos aprendido en el camino. ¿Hemos tenido que corregir en el camino? Por supuesto, hay quienes nos acusan que ello el corregir, el reflexionar respecto de los actos propios sería una inaceptable muestra de cambio de opinión. ¿Acaso, me pregunto, tendría más credibilidad una autoridad que embista tozudamente contra la realidad, aunque eso lleve al país por un mal camino? No me imagino que ustedes en sus empresas confíen en ese tipo de liderazgo, en liderazgos mesiánicos.
La política y el liderazgo en todas sus formas es el arte de la porosidad, de escuchar y aprender de quién piensa distinto, del diálogo, del acuerdo, de encontrar los puntos mínimos comunes. La inflexibilidad es la vocación del fanático, del profeta o del mesías, y yo no soy ninguno de ellos.
Creo, estimados y estimadas, que merece una mención especial lo que hemos logrado avanzar en el camino que seguro será largo, pero debe ser sostenido y perseverante en construir, gracias también a los esfuerzos que realizaron autoridades y Gobiernos anteriores, un Estado de bienestar.
Implementamos el Copago Cero lo que significa que en la Red Pública de Salud la atención es 100% gratuita.
Transformamos el Subsidio Único Familiar desde un beneficio al que se postulaba en un derecho, incorporando a más de 900 mil niños, niñas y adolescentes a estos beneficios.
Lo más emblemático quizás, tal como en su momento fue la creación del Pilar Solidario o el avance a la gratuidad de la ex Presidenta Bachelet, ha sido hasta el momento la reducción de la jornada laboral progresiva a las 40 horas. Una medida que va a ayudar a reforzar las familias, es una medida pro familia. Yo siempre me pregunto, ¿cuántos cuentos más se alcanzarán a leer en la noche gracias a medidas como esta?
Las que son, además, las familias de los trabajadores y empleadores, la base, el sustento de nuestra defensa ante las incivilidades y la delincuencia. Las 40 horas, e insisto en ellas, son un ejemplo de cómo queremos conseguir las cosas en otros ámbitos, con gradualismo, no con mesianismo ni imposición, cinco años de gradualidad para poder implementarla. Saludamos, por cierto, a quienes han avanzado desde ya, muchas empresas aquí presentes han ya tomado ese desafío. Con concesiones recíprocas y un apoyo abrumador y transversal políticamente, no con todos, pero un apoyo transversal que es muy valorable.
Quiero aprovechar la ocasión para mencionar y valorar la actitud de la CPC en este proceso, en particular, en ese momento liderada por Juan Sutil que no sé si está aquí presente, pero con quién tuvimos grandes diferencias, pero que supo dejar atrás las caricaturas y dialogar de buena fe y logramos acuerdos importantes. Y le doy las gracias por ello.
Agradezco, también, a la ministra del Trabajo Jeannette Jara que supo conducir este proceso con paciencia, mucha paciencia y sabiduría, y desde luego a la ministra Vallejo y a la diputada Cariola quienes tuvieron la visión de proponer esta medida cuando parecía una quimera e insistieron y perseveraron en ella cuando muchos les dijeron que era imposible.
Siempre nos preguntamos “Por qué fracasan los países”, es una buena lectura el libro, pero el acuerdo por las 40 horas creo que es un gran ejemplo también de cómo avanzan los países, porque fija una ruta, que vamos a tener que dialogar para poder sacar adelante las reformas, en donde nadie va a conseguir el 100% de lo que era su posición inicial, pero por el bien de Chile, como decían Karen y Ricardo, debemos ponernos de acuerdo.
Déjenme, por ejemplo, destacar algo importante de la Reforma de Pensiones. La Reforma de Pensiones que presentamos al Parlamento, después de un diálogo social, mantiene la heredabilidad de los fondos y la posibilidad de elegir quién invierte los fondos ahorrados. Y, por lo tanto, la titularidad de los mismos. Todos vamos a tener que ceder respecto a nuestras posiciones iniciales, pero ahí cuando hacemos la interpelación al del frente es importante preguntarnos en qué estamos cediendo nosotros.
Creo que es muy relevante el insistir en que en una democracia los caminos para llegar a acuerdos son, quizás, más ripiosos, más difíciles, un poco más lentos, pero valen la pena, la democracia vale la pena. Y tenemos que demostrar que esta es efectiva.
Y aquí hay algo importante, uno de los problemas que ha tenido nuestro país es la dificultad para realizar cambios estructurales que incorporen a los sectores postergados en la senda del progreso, de la cual, me imagino, todos nos enorgullecemos. La traba de más de 10 años que ha tenido la Reforma de Pensiones es, quizás, un gran ejemplo de esto, que no nos podemos permitir seguir manteniendo esa traba.
Hace poco, un sociólogo uruguayo, Juan Pablo Luna, decía algo que comparto plenamente: “El problema de Chile no es sólo la frustración sistemática de quienes han impulsado el desborde institucional buscando propiciar cambios estructurales drásticos. El problema de Chile radica en la imposibilidad de institucionalizar en el tiempo procesos moderados y graduales de cambio y transformaciones sociales que logren, al mismo tiempo, incorporar y vertebrar políticamente a los sectores populares sin necesariamente destituir en ese proceso a las élites tradicionales”. Cohesión social nos falta en Chile y tenemos que avanzar en esa dirección.
Y por eso quiero hacerme cargo de lo que decía la presidenta de Icare en sus palabras. Gobernar en un marco democrático no depende sólo de la voluntad de una persona, en este caso mía como Presidente de la República, liderar es, por cierto, trazar un camino, decir a ese puerto vamos, pero para que este se vuelva realidad requiere de toda una tripulación dispuesta a remar en la misma dirección y la confluencia de voluntades de distintos actores y fuerzas que conforman la sociedad. Y en esto tenemos que poner más de nosotros mismos, todos.
Permítanme ponerles un ejemplo. La Reforma Tributaria, como ustedes saben, fue rechazada en una primera instancia y la Oposición legítimamente demandó más espacios de escucha. El ministro Marcel convocó a un proceso de diálogo, del cual muchos de ustedes han participado activamente, lo cual resalto, valoro y agradezco. Sin embargo, los partidos de la Oposición aún no se sientan a la mesa.
Otro ejemplo, ha sido muy difícil, pero no renunciamos a ello, generar un consenso que nos permita aprobar la necesaria Ley del Royalty Minero, con un lobby en contra muy duro del Consejo Minero. Los recursos obtenidos de esta ley van a ir, como bien saben, en beneficio directo de las regiones y sus territorios, además de ayudar a financiar la Agenda de Seguridad.
Y hay algunos que nos dicen que no es el momento de legislar iniciativas como esta, pero yo me pregunto muy honestamente ¿cuándo sí es el momento? ¿cuándo es un buen momento para distribuir de manera justa la riqueza que entre todos generamos como país?
Tengo la convicción, estimados y estimadas, que crecimiento, desarrollo sostenible y distribución más justa de la riqueza no son incompatibles, sino complementarios y que este es el momento de avanzar en esa dirección. Para que avancemos hacia un país más próspero, más justo y más seguro se requiere que ninguno de nosotros interponga o superponga los intereses electorales y partidistas de corto plazo por sobre los intereses de la nación. Y esto, a su vez, implica responsabilidad y compromiso de todos, partiendo por el Gobierno, pero también de la oposición y, por cierto, también de los sectores de la sociedad civil y el mundo privado.
Y es que, estimados y estimadas, no podemos dejar de ver, dejar de notar que hace 15 años al menos que Chile arrastra una situación de estancamiento productivo, y ello evidencia que la receta del crecimiento que fue efectiva durante los primeros años de este siglo se agotó y como país no hemos sido capaces aún de terminar de perfilar un nuevo ciclo de crecimiento. Concuerdo plenamente con Ricardo cuando dice que el crecimiento es lo más importante del desarrollo y para tener una distribución más justa y más rica.
Ahora, es importante preguntarnos por qué. Uno de los motivos es que hay, sin duda, una creciente desafección de la ciudadanía a este modelo de crecimiento que desde hace años es percibido como injusto o excluyente, que fue socavando la legitimidad social del modelo y la estabilidad que ustedes, como empresarios e inversionistas, requieren para poder proyectar sus negocios. La cohesión social de un país es elemento fundamental para poder permitir su crecimiento.
Pero yo soy optimista, soy sinceramente optimista, quizás un defecto provinciano, pero es algo que no se me pasa. Y veo, cuando recorro Chile —estuve la semana pasada en Putre, voy a estar la próxima semana en Chiloé, mañana en Antofagasta— o cuando me toca viajar fuera del país, las tremendas, tremendas oportunidades que tenemos en nuestra Patria, ¡tremendas oportunidades!
Hay algunas vinculadas al modelo de desarrollo, el litio. Mañana vamos a presentar, en Antofagasta, justamente la política pública al respecto. El hidrógeno verde que ya no es una quimera, sino que en Chile se está produciendo; hoy, en Magallanes, ya hay una empresa que está produciendo. Las energías renovables no convencionales, que son un orgullo nacional a nivel mundial. Pero no solamente eso, también el conocimiento que se genera desde nuestras universidades, la cultura de nuestra Patria, no se imaginan cómo se valora afuera de Chile a sus artistas, a los que tenemos que ser capaces, también, de homenajear y reconocer en vida.
Son muchas las cosas en las que Chile es tremendo, que tiene tremendas oportunidades, no nos podemos dar el lujo de farreárnoslas ni desperdiciarlas. Y, en ese sentido, Karen, nuevamente, asumo ese sueño y desafío de ser un Presidente que una a los chilenos y chilenas y no que los divida.
Ahora, muy importante para el foro en el que estamos, hemos tenido una gestión económica positiva durante el 2022 y hoy nuestra economía está más resiliente de lo que muchos consideraban y pronosticaban, con perspectivas de seguir fortaleciéndose durante los próximos meses y eso es una buena noticia para todos y todas.
Tenía una reunión con una inversionista, empresaria extranjera, algunos de ustedes la conocerán, Ana Botín, hace poco y recordaba el hecho de que cuando a las empresas les va bien en conjunto con la sociedad es una buena noticia de la cual debemos estar todos contentos. Acá no se trata de mirarnos con desconfianza. Lo decía Ricardo si no me equivoco, romper la desconfianza es clave. Y una de las cosas a las que yo más aspiro al término del Gobierno es que en Chile volvamos a confiar en nosotros mismos, en el prójimo, en el distinto, que no nos miremos con tanto recelo.
El 2022 termina con un superávit fiscal del 1,1% del PIB siendo el primer saldo positivo de las cuentas fiscales en 10 años, la balanza comercial el año pasado registró un superávit de US$ 3.807 millones y en lo que va del 2023 este es de 7.501 millones, dando cuenta del fortalecimiento de nuestros sectores exportador, mucho del cual, seguramente, está aquí presente. Y como señaló el ministro Marcel hace poco, Chile está de vuelta en los portafolios de fondos internacionales. El año pasado aumentó en un 12% la inversión extranjera directa y alcanzó la mejor cifra desde el año 2015.
Ahora, como decía antes, el presente y el futuro de nuestro país exige que seamos capaces de dar curso a una senda gradual, pero continua de cambios profundos que brinden una respuesta contundente y efectiva a las múltiples inseguridades que caracterizan a nuestra Patria en la sociedad de la impaciencia. Esta no es una tarea sencilla, pero abordarla es urgente, necesario y nuestro deber ya que aquí también se juega, como decía Karen, el resguardo y la valoración de nuestra democracia, porque en el espacio que abre la inacción de las instituciones o cuando se generan grietas insalvables entre los distintos sectores políticos surgen la fractura social o los populismos cortoplacistas y efectistas.
Y el populismo, bien lo sabemos, es cosa de mirar el mundo de hoy, representa un tremendo peligro para la democracia, para los derechos y para las libertades de las personas.
Por eso, hoy día necesitamos más que nunca concretar un pacto social, acuerdos, que ponga los pilares de un estado de bienestar que se traduzca en avances concretos para la calidad de vida de la mayoría de nuestros habitantes y que signifique aprovechar las oportunidades de desarrollo que, decíamos antes, están servidas para nuestro país.
En esto, no tengo ninguna duda, el empresariado tiene un tremendo rol y una responsabilidad que es ineludible y la colaboración público-privada para ello es fundamental.
Sabemos, compatriotas, hacia dónde nos queremos dirigir y no vamos a cesar en nuestros esfuerzos en encontrar el mejor camino y transitar ese camino para llegar a buen puerto. Como Gobierno y como Presidente apuesto y seguiré apostando por un diálogo honesto, sin perjuicios, sin exclusiones como una herramienta para que Chile avance en el corto plazo con una fuerte Agenda de Seguridad, una Agenda de Reforma Tributaria, una Reforma de Pensiones y, lo tomo, Ricardo, y estamos trabajando firmemente en ello, una reforma importante al Sistema de Salud.
Los avances que Chile necesita son posibles si salimos de nuestras trincheras y logramos acuerdos que pongan en el centro lo mejor para el país. Quedó demostrado con la nueva Ley de 40 Horas en donde, además, el diálogo no es solamente bipartito, es un diálogo tripartito, es un diálogo en donde están empleadores, trabajadores y autoridades juntas, y también la sociedad civil.
Por eso, creo que vale la pena volver por un segundo, aunque me extienda unos minutos, al meollo de la discusión tributaria. Hace poco más de 33 años el ex Presidente Aylwin presentaba su Reforma Tributaria como, y lo cito: “Un acto soberano de solidaridad propio de las naciones que valoran la estabilidad, la paz social y la incorporación activa de los marginados a los beneficios del crecimiento”. Al mismo tiempo, se le respondía por parte de otras actorías que se estaba hipotecando el futuro del país. Un par de años después crecíamos a tasas del 6%.
Y como sé que la Reforma Tributaria es un tema de especial interés para esta audiencia y en línea con la invitación del lema de este encuentro, “La Conexión de la Divergencia”, quiero destacar algo que ha estado presente en los discursos de Karen y Ricardo sobre la necesidad de cerrar un nuevo pacto fiscal para poder financiar derechos tan básicos como pensiones dignas, una salud oportuna y de calidad, y, también, reconocer a quienes trabajan sin ser remuneradas por ello en labores de cuidado que son, principalmente, en nuestro país, mujeres.
Karen nos plantea la necesidad de un pacto tributario de largo plazo que promueva el ahorro, la inversión y el crecimiento, y que genere los recursos públicos necesarios para atender las demandas sociales. Ricardo nos dice y nos recuerda que miles de familias aún no reciben los beneficios del progreso y merecen poder acceder a una salud y educación de calidad, a una vivienda digna, a una mejor pensión.
Lo tomamos y me alegro que hayamos superado el debate respecto de la oportunidad o no de una Reforma Tributaria. El año pasado había dudas, hoy no las tenemos. Este es el momento, nos corresponde, por lo tanto, en la política ponernos de acuerdo. Estamos disponibles, con las manos abiertas para aquello.
Qué buena esa conversación que se está dando ahí, de hecho, en la primera fila, me alegro. Ojalá, vaya en esa dirección.
Ahora, tenemos claro que el pacto fiscal es más que el aumento de la carga tributaria y en esto concuerdo en que el desafío de disminuir la informalidad, que es un suplicio en América Latina y que en Chile ha llegado a tasas también muy altas y, seguramente, hay mucho de lo informal que todavía no somos capaces de ver. Por lo tanto, también este pacto debe ser certidumbre en el sentido amplio de la palabra, reglas claras y reglas estables. Chile se caracteriza en el mundo por esa virtud que, no les quepa duda, como Gobierno tenemos la convicción de mantener.
En esto tenemos que hacer más eficiente también el gasto público. Saliendo de acá tenemos una reunión con Ricardo, de hecho, que se los voy a robar un ratito, y vamos a estar con Ricardo y con el Consejo de Modernización del Estado en donde vamos a hablar, justamente, sobre esto, sobre cómo hacemos más eficiente el gasto público, en estrategias para promover la inversión, como ha hecho InvestChile, un tremendo trabajo el que ha hecho InvestChile, lo que ha hecho Corfo también, generar nuevos empleos y ordenar la travesía que significa conseguir los permisos para invertir en Chile y poder planificar un proyecto.
Por eso en el marco de la Agenda de Productividad, que está a cargo de los ministros Grau y Marcel, durante el segundo semestre del 2023, vamos a ingresar una reforma integral al sistema de tramitación de los permisos sectoriales porque estamos comprometidos en construir un Estado más ágil y más moderno que entregue certezas para la inversión.
Ahora, sabemos, entonces, y estamos de acuerdo que pacto fiscal no es sólo aumento de la carga tributaria, pero es una realidad y en esto insisto que si no repartimos de mejor manera la riqueza no vamos a lograr saldar las deudas pendientes como país con nuestra ciudadanía. Para que Chile avance todos tendremos que ceder en algo porque si nos quedamos como estamos ahora, cada uno en su posición en que se podrá sentir tranquilo frente al espejo, pero mal ante la sociedad con los problemas sociales, económicos y de seguridad que viven millones de personas, no vamos a progresar como país.
Ricardo, por ejemplo, nos contaba qué partes no le gusta de la Reforma Tributaria, escuchamos, pero yo le pregunto ¿qué partes sí le gustan? Para que podamos empujarlas con más fuerza y en qué parte estamos cediendo cada uno.
Ustedes nos mencionaban, por ejemplo, el impuesto al patrimonio, escuchamos. Yo les pregunto, por ejemplo, respecto a la necesidad de que, en particular, las personas con mayores ingresos contribuyan más al desarrollo de toda la Nación. ¿Podemos llegar a un acuerdo? ¿encontrarnos en la mitad? Yo tengo la convicción de que sí y, por eso, vamos a insistir, y el ministro Marcel está liderando estos diálogos para poder retomar la Reforma Tributaria que necesitamos.
Me voy a referir sucintamente, pero es ineludible, al tema de seguridad porque comparto con el presidente de la CPC que Carabineros y nuestras policías, en general, no olvidemos a la PDI, necesitan más recursos para poder enfrentar las nuevas formas delictuales. Necesitamos una policía con mayor dotación, con mejor equipamiento, con mejor preparación y un Estado con más tecnología. Esto no es solamente las policías, Aduanas, tenemos que reconvertir Aduanas, es tremendamente importante, la DIRECTEMAR, algunas Superintendencias, tenemos mucho que evolucionar en esta materia.
Pero en esa dirección es que, luego de 4 años, en donde no hubo aumento presupuestario para Carabineros, nosotros lo incrementamos en un 4,4%. Además, anunciamos, hace pocas semanas, la inyección de US$ 1.500 millones adicionales para una agenda integral en seguridad que fortalezca, por cierto, a nuestras policías, pero que actúe también en lugares en donde no se habla tanto, puede no ser tan popular en estos días, pero es tremendamente importante: la inversión en prevención, en la recuperación de espacios públicos, en el deporte, en la cultura.
Ambas sumas representan un aumento de un 40% en el presupuesto público para materias de seguridad que está liderado por el Ministerio del Interior y sus tres Subsecretarías, la Subsecretaría del Interior, la Subsecretaría de Prevención del Delito y la Subsecretaría de Desarrollo Regional, y, además, muchos otros Ministerios que tienen que colaborar.
Déjenme ponerles un ejemplo en esto. Hay quienes nos dicen que la solución al crimen en Santiago sería decretar Estado de Excepción en la Región Metropolitana. Yo digo que eso es una mala idea porque lo que tenemos que hacer es ocupar los espacios públicos, no encerrarnos en nuestras casas, tenemos que recuperarlos, aumentar y garantizar las libertades de la gran mayoría de los ciudadanos que son honestos y trabajadores, no restringirlas. Y para eso se requiere fortalecer con decisión a las policías sabiendo, también, cuáles son los límites al legítimo y exclusivo uso de la fuerza por parte del Estado, pero también recuperar el espacio público.
Ahí pienso, por ejemplo, que el Ministerio de Transportes tiene que ser capaz de asegurar recorridos en las noches para que las noches no sean sinónimos de inseguridad. El Ministerio de las Culturas tiene que poder activar en diferentes espacios a las industrias culturales, al arte que llena los barrios de nuestro país. Veo a la alcaldesa de La Pintana que siempre nos deleita con iniciativas de esas características.
Entonces, podemos hacerlo de manera distinta y no nos quedemos pegados solamente en el enfrentamiento por la herramienta, busquemos resultados, escuchemos la evidencia.
Cuando llegamos al Gobierno, Carabineros tenía, por diferentes motivos, un 40% de vehículos detenidos por falta de repuestos, una sostenida baja en sus postulaciones, procedimientos que no lograban reunir pruebas eficaces —conocimos el Caso Huracán— lo que volvía estéril el esfuerzo contra los delincuentes, protocolos que en algunas ocasiones derivaron en abusos a los derechos humanos y con una caída dramática, en ese momento, en su legitimidad como resultado de problemas de control financiero y operacional.
Y, si bien, hoy es nuestra responsabilidad como Gobierno, y a esto no le vamos a hacer el quite, la crisis de la policía venía de antes y no fue el resultado sólo de excesos discursivos ni menos de que hayamos alzado la voz frente a las vulneraciones a los derechos humanos que se produjeron en el contexto del Estallido Social, de lo cual no podría arrepentirme jamás. En esto es importante, estimados y estimadas compatriotas, que seamos serios, todos tenemos que mejorar y todos podemos hacer autocrítica, pero hoy el futuro es común y el Estado de Chile viene siendo desbordado hace años por el flagelo de la inseguridad, la delincuencia, el narco y el crimen organizado.
Estaba revisando un informe que el año 2001, en el Gobierno del ex Presidente Lagos, se realizó por parte de un grupo de expertos que fue convocado por el entonces Presidente para ver cómo ha enfrentábamos, justamente, el narco que en ese momento estaba avanzando.
Y el retroceso del Estado en esta materia tenemos que abordarlo con urgencia extrema. Si no somos capaces como Estado de poner orden y paz, el Estado está contribuyendo a la violación de los derechos humanos de su población, poniendo en riesgo la inversión y poniendo en riesgo el crecimiento. En fin, si no somos capaces de garantizar seguridad, estamos horadando el bienestar de nuestra propia población. Y, por eso, lo asumimos como prioridad.
«Las familias de carabineros necesitamos hechos y no palabras”, me escribió, de manera desgarradora, la viuda del carabinero Alex Salazar y quiero decirle a ella, a toda la institución y a todo Chile que en eso estamos, en hechos y no palabras. Como se ha confirmado en las últimas semanas cuando se trata del combate a la delincuencia y el respaldo a quienes lo enfrentan en el Estado chileno no hay fisuras. El crimen y la delincuencia tienen que saber que su principal adversario es un Chile unido, no políticos peleando entre sí o lanzándose epítetos entre sí, nuestra unidad, estimados compatriotas, es el arma más poderosa que tenemos frente al crimen.
Por eso siempre tratan de dividirnos, de corromper nuestras instituciones, de sembrar la desconfianza, si rechazamos sus provocaciones y actuamos en conjunto sus días están contados.
Y en esto hemos tomado el toro por las astas con la colaboración estrecha de Carabineros, la PDI y otras instituciones vinculadas a la materia de seguridad, por ejemplo, en el control de las fronteras de las Fuerzas Armadas. Hemos aprobado leyes que dan más protección a las Fuerzas del Orden y tenemos una intensa agenda legislativa en esta materia con 27 proyectos priorizados en diferentes plazos que esperamos poder concordar en su contenido con la Oposición y no entrar en una guerra de trincheras, no tiene sentido.
La delincuencia se disemina allí donde las defensas están bajas, donde cunde la descalificación de las élites políticas y la división, donde cada uno saca cuentas propias en lugar de comprometerse en soluciones que ciertamente no van a tener resultados inmediatos porque, también, debo decirles, esta es una batalla larga, la vamos a ganar, pero es una batalla larga en la que tenemos que trabajar con unidad y la división es el combustible de la inseguridad. Sepamos que la unidad es su antídoto.
Por esto les pido, desde el fondo del alma y con mucha convicción, la colaboración de todos en esta materia, de todos los sectores políticos y el sector público con el sector privado.
Para terminar, hoy, estimados estamos aquí en Concordia Discors, reza el lema de este encuentro, significa “conexión en la divergencia”, la posibilidad de crear un todo más armónico a partir de dos cosas que son opuestas o que parecen opuestas, porque no lo son, parecen, a veces, es lo que yo espero de la relación entre el Gobierno y la Empresa en toda su variedad.
Hoy tenemos la responsabilidad de delinear juntos un camino que lleve a Chile al desarrollo donde los niños y niñas de nuestra Patria, de la Calama golpeada, del Lonquimay olvidado, del Putre lejano, de Puerto Williams recóndito, de las comunas estigmatizadas puedan todos alcanzar el máximo de sus potencialidades en una sociedad que provee los mínimos necesarios, que da un colchón común, que protege el medio ambiente, que cuida la democracia y la fortalece, y se preocupa activamente por construir un futuro mejor.
Para hacerlo necesitamos que Chile vuelva a crecer, para crecer necesitamos volver a creer y necesitamos generar más empleos, distribuir de manera más justa la riqueza, de modo que el pueblo chileno pueda vivir dignamente y evitar un nuevo quiebre social.
En síntesis, lo que estamos diciendo es certezas por certezas, el sector privado demanda certidumbres para invertir, el pueblo demanda certidumbres para vivir. Podemos encontrar perfectamente, con la voluntad que aquí ha sido expresada, un camino conjunto para lograr ese compromiso.
Trabajemos juntos en este camino porque lo que hagamos o dejemos de hacer hoy va a ser determinante no solamente para 5 o 10 años, sino, seguramente, para los próximos 50 o 100 años. Los invito a que todos, y me hago cargo, partiendo por uno mismo, partiendo por casa, por el Gobierno, estemos a la altura de este tremendo desafío. Expreso el Presidente Gabriel Boric