Por: René Fernández M. y Guido Asencio G
El Comercio Justo (CJ) es un sistema alternativo de comercio, que tiene por finalidad entregar mayores garantías en el proceso de generar transacciones y otros vínculos virtuosos entre productores y consumidores. Todo lo anterior con el ánimo de propender a beneficios mutuos.
Contribuir a la búsqueda de equidad al momento de generar negociaciones, corresponde a la característica principal del CJ, añadiendo un sistema solidario, que satisfaga las necesidades comerciales cotidianas, lo que ayuda a mejorar los actuales índices de pobreza, desigualdad social y transparencia en el ámbito público y privado, a través del establecimiento de reglas claras en el funcionamiento de los mercados.
Es interesante discutir la pertinencia del CJ en un contexto como el chileno. Somos un país donde el libre mercado ha llegado a niveles extremos, lo que ha permeado todas las capas de la sociedad y ha instaurado un materialismo absoluto, impidiendo desarrollar una sociedad más sana. Se ha instalado la mala práctica de “hacer la pasada” es decir, obtener ganancias extraordinarias por un escaso valor agregado y un escaso esfuerzo, desvalorizando el valor del trabajo.
En consecuencia, para avanzar hacia un verdadero desarrollo económico, resulta importante adoptar las prácticas que el CJ tiene como premisas, donde se puede apreciar la valoración de todo tipo de relaciones generadas en una transacción comercial, incluyendo particularidades como: trato a los trabajadores (condiciones laborales, capacidad de sindicación, higiene y seguridad, entre otras), resguardo del cumplimiento de normativas empresariales, teniendo como premisa un criterio de sustentabilidad, para resguardar su entorno.
El CJ puede influenciar, de manera positiva, al Desarrollo Económico Local (DEL), a través de la práctica de acciones con sentido local, beneficiando no tan sólo a un mercado o un sector económico en particular, sino involucrando en toda su dimensión al territorio donde se desenvuelve, incluyendo prácticas de comercio urbano y rural, los cuales se pueden potenciar, reconociendo que ambos mundos tienen un origen identitario en común.
Para implementar el CJ en un territorio en particular, se debe tener claro que pese a representar una iniciativa privada, puede ser complementada con la voluntad de las autoridades locales, quienes representan la institucional política y administrativa. En efecto, las principales preocupaciones, adosadas a los gobiernos locales, se encuentran las fiscalizaciones por patentes comerciales, donde su aporte podría manifestarse a través de regulaciones locales tendientes a evitar la proliferación de desviaciones en el mercado, relacionadas principalmente con la acumulación de capitales, tales como; existencia de monopolios, monopsonios, oligopolios, oligopsonios, etc.
Por lo tanto, al fomentar prácticas inspiradas por el CJ, en una localidad, se estaría avanzando hacia una sana convivencia con responsabilidad y un sesgo territorial, pasando desde una cultura basada en la competencia, donde gana el más fuerte, hacia una cimentada en criterios de colaboración, donde todos tienen la posibilidad de alcanzar las mismas metas, sin dañar a otro.
Entendemos a las oportunidades que abren las diferentes herramientas, dispuestas a revolucionar la forma de entender nuestra economía. Enmarcada en el concepto denominado “la nueva economía 2.0”, basan sus principios en el talento humano y la revalorización de los aspectos éticos, son el futuro de Chile, pues afortunadamente, aspectos relacionados a lo extractivo y rentista -que propenden a criterios acumulativos- tienen fecha de vencimiento.
En definitiva, el CJ representa en sí mismo un cambio de paradigma, el que busca generar conciencia acerca de cuáles son las prioridades del mercado, añadiendo premisas éticas, ausentes hoy en día en los economías abiertas. Con esto, se llama a visibilizar la mano invisible que propuso el filósofo Adam Smith, en su momento, lo cual ha traído históricamente la promesa de un falso derrame hacia los más vulnerables. Por lo tanto, si se agregan componentes ligados al DEL y a un ambiente de colaboración, se le daría un carácter responsable y con sentido al funcionamiento del mercado chileno.
René Fernández Montt
Profesor del Centro de Estudios Organizacionales de la Universidad de Santiago. Ex Director de la Sociedad Chilena de Políticas Públicas, actualmente es economista del Partido Liberal.
Guido Asencio Gallardo
Académico Universidad de Los Lagos, MBA, Magíster en Ciencias Sociales (c) y Doctorando en Administración de Empresas.
Miembro Consejo Socioproductivo ULA