Mejorar la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras del país es el norte de la CUT. Y el salario digno –y no el endeudamiento para llegar a fin mes- es clave en ello, entendiendo que el salario mínimo solo debe ser la base sobre la cual, por ejemplo, va creciendo el piso que se establece en cada negociación colectiva. Es por ello que la Central plantea que el salario mínimo, por lo menos, debe “permitir a una familia superar la pobreza en Chile y debatir esto sobre la base de una política salarial (corregir brechas, desigualdades y discriminaciones)”.
Eso la CUT lo ha dejado claro en las negociaciones sobre el salario mínimo que está llevando a cabo con los ministerios de Hacienda y Trabajo y Previsión Social.
De acuerdo al informe de mayo 2018 del Ministerio de Desarrollo Social sobre las estimaciones de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) y la Línea de la Pobreza (LP): La CBA “alcanzó un valor mensual de $41.927 por persona. Y para un hogar de cuatro personas, la Línea de Pobreza (LP) está fijada en $422.911 y la Línea de Pobreza Extrema (LPE) $ 281.941” (1).
Estas gélidas estadísticas aseguran que un grupo familiar de 4 personas puede subsistir con un ingreso global de $422.911, de los cuales solo en alimentación –tomando valor de la CBA- debe destinar $167.708. Sin embargo, el panorama de la pobreza se oscurece aún más cuando, según cifras oficiales, en estos hogares la tendencia general es que solo una persona está empleada.
Y no se puede confundir acá “vivir con austera calidad de vida” con “vivir en la pobreza” pues, lo que va midiendo la LP y LPE: “Son aquellos bienes y servicios básicos que debiera mantener una familia o una persona para poder subsistir (…). No incluye que la persona pueda ahorrar, que pueda tener plata para ir al cine, tener ahorros para salir de vacaciones, esparcirse, comprarse libros, o sea, hay una serie de cosas que no están incluidas. Esto es lo más básico de lo básico”, explicó el economista Fernando Carmona, consejero de la Comisión Nacional de Productividad.
Y es por esta razón que precisó que si la LP “para una familia que típicamente está constituida por cuatro personas es de $422 mil y si consideramos que las familias de más escasos recursos en general están compuestas por cuatro a cinco personas, y de esas cuatro o cinco personas, solamente una está en el mercado laboral entonces lo que deberíamos tener, es un salario mínimo que debiera alcanzar los $422 mil (…) porque lo que debiera primar es la idea civilizatoria de que las personas que trabajan en Chile, tienen que tener una vida digna, la que está fijada por tener un salario mínimo por sobre la Línea de la Pobreza”.
Pero como la realidad es otra, pues “Chile tiene un salario mínimo de $276 mil entonces, evidentemente que el resto de los recursos que son necesarios sale del endeudamiento de las familias. Los salarios que no se pagan de acuerdo a esta medición (LP), lo que provocan es un fuerte endeudamiento. Chile, es uno de los países más endeudados de América Latina sino el que más: el 68% de las familias mantiene alguna deuda, una deuda alta. En promedio estamos hablando algo así como un 32%, pero las familias pobres tienen deudas que alcanzan al 47% del salario, o sea una vez que reciben sus recursos, un poquito menos de la mitad se tiene que ir a pagar alguna deuda”.
Y los niveles de endeudamiento y sobreendeudamiento encienden las alarmas porque puede llegar el minuto en que los endeudados no van a poder saldar sus deudas: “Estamos hablando de un ciclo que casi es una bomba de tiempo; en economía se llama ´burbuja´, porque evidentemente en algún momento, esta situación que no es real porque no están los recursos para sostenerla, va a tener que reventar, por eso se llama ´burbuja”. Y es lo que pasó con la llamada “Crisis Subprime”, desatada en el 2006 en el mercado hipotecario estadounidense que gatilló una crisis financiera mundial: “A muchas familias se les dieron créditos hipotecario para comprar casas muy bonitas, muy grandes, muy buenas pero el incentivo estaba puesto en entregar crédito. En vez de evaluarlos bien se les entregó crédito a gente que no podía pagarlos y cuando fue muy grande y muy evidente que no había plata, esa burbuja revienta y el problema es que todos esos créditos impagos, toda esa plata que tendría que haber pagado otras cosas, no estaba y se empiezan a caer los bancos y varios negocios que estaban relacionados”.
Situaciones como las descritas, agregó, “se provocan en países con fuerte composición de deuda de las familias y en Chile esto se provoca por salarios muy bajos (…). Tener salarios muy bajo y la repartición de la riqueza en Chile tan desigual, es una bomba de tiempo porque se ha resuelto por el endeudamiento, pero esto no es sostenible en el tiempo claramente (…). Lo relevante es que la gente que vive en un país como el nuestro, -que apunta a ser desarrollado- si trabaja 8 horas diarias, los 5 días de la semana y las 4 semanas de un mes, 12 meses al año, no tiene por qué ser pobre, por lógica”.
Y eso es el mínimo estándar que se le debería exigir a un país como Chile que ostenta un PIB per cápita (medido a paridad de poder de compra) según el FMI de US$ 24.537, es decir en promedio $15.529.746 al año, lo que significa un ingreso mensual por persona de $1.294.145. Y si fuese así de justa la distribución de la riqueza, cualquier hogar de cuatro personas, debería tener un ingreso familiar promedio de $5.176.580.
“Evidentemente eso nunca va a ocurrir porque hay gastos estatales, impuestos, más cosas, pero lo que estamos diciendo es que no puede ser que las personas vivan con una fracción muy menor de eso que es lo que correspondería si hiciéramos la división igualitaria”, puntualizó Carmona.